domingo, 16 de octubre de 2005

Mujer durmiendo en el tren


Lo que menos me gusta de este mundo es la inconsistencia. Estaba sentado cerca de ella y estaba realmente bonita. Tras la ventanilla el mundo pasando a trescientos kilómetros por hora mientras ella, ojos cerrados respiración tranquila, se dejaba llevar por el sueño. Su piel brillaba con el sol y yo no sabía qué hacer, de repente todo había dejado de ser y sólo estaba allí, en silencio. Como tantas veces supe que ese instante se perdería para siempre en unos minutos. Saqué una foto pobre que no da cuenta de nada salvo de que existió ese momento y no es una invención. Pero ella, yo, la luz, ojos cerrados, mundo pasando a trescientos kilómetros por hora, piel brillante, sueño tranquilo y olor a verano son cosas que se quedaron allí.

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